martes, 17 de febrero de 2015

En velero por las islas de San Blas en Panamá

Lo bueno de un viaje en el que lo único seguro son los vuelos, el día que vuelas de ida y quizás el de vuelta, es que por el camino la idea que tienes de ruta puede cambiar totalmente. Y eso fue lo que me pasó. De los 27 días que tenía pensado pasar tranquilamente viendo Colombia acabe 5 de ellos de camino a Panamá en un velero.  

Gitana III

Todo empezó cuando conocí a Claudio en la salida del increíble Parque Nacional de Tayrona. Él estaba recorriendo todo América desde Chile hasta Canadá y quería pasar de Colombia a Panamá. Hacerlo por tierra es imposible porque hay una zona de selva muy densa. Así que si no se hace en avión, la única forma que queda es por mar. Y esta última era su idea. Exactamente coger un velero desde Cartagena y después de cinco días llegar a Ciudad de Panamá parando tres días en las paradisíacas Islas de San Blas de las que nunca antes había escuchado hablar.

Empezamos a viajar juntos y en Cartagena le acompañe al puerto a ver un velero y a conocer al capitán. Esa tarde Emi, una marinera, vino a nuestro hostal a hablarle a Claudio de otro velero, el Gitana III. Y ese día también conocí a Cristina, una española que iba a ir en el Gitana III y que había conocido a Claudio en Tayrona. Estuve casi todo el tiempo escuchándoles hablar sobre el velero…Realmente sonaba como una experiencia increíble. Una pena que no pudiese apuntarme…Pero un momento! ¿Realmente no podía? Mi idea después de Cartagena era ir a Medellín y al eje cafetero pero no tenía nada reservado. El único problema en realidad era el vuelo de Panamá a Bogotá desde donde salía mi avión de vuelta a España. Sin hacerme muchas ilusiones miré esa noche cuanto costaban los vuelos con Copa y Avianca y deseche enseguida ese posible cambio de planes cuando vi que valían cuatrocientos y pico euros. ¡Qué caro! Pero entonces un peruano que conocí en Bogotá me recordó una compañía low cost que operaba desde hacía poco: Viva Colombia. Y…había vuelos por poco más de 100$!!! Esa noche dormí fatal de lo nerviosa que me puse intentando decidir qué hacer. Al final…

¡¡En velero que me iba!!

En total fuimos 11 personas de las 14 posibles: el capitán Marc, la marinera Emi, el marinero David y de pasajeros un colombiano, una española, una francesa, un brasileño, un canadiense, un chileno, un irlandés y yo. Y no me olvido de Coco, el Loro del velero! Picar los cuellos, las orejas, los dedos, las pulseras…y cualquier cosa que quede a su alcance es una de sus actividades favoritas pero de vez en cuando también dice palabras como “hola”, “hello”, “coco” y se ríe solo. Un gran entretenimiento. Formamos un gran grupo entre todos y me llevo muy buenos momentos juntos. 

Todo el grupo

El día de salida quedamos a las 11am en el Club Nautico de Manga en Cartagena desde donde salen todos los veleros que hacen la ruta. Hicimos compras de última hora en un supermercado cercano y nos llevaron en la dingui hasta el velero.

El Gitana III es un precioso velero que es parte de la Saga Gitana y fue construido en 1951 en Bélgica por Amber Winch. En su momento fue un velero de carreras y tiene un record Guiness por cruzar de Francia a Bahamas en tan solo 17 días. Su cubierta es de madera y tiene 22 metros de eslora y 4 velas.


Marc y su primo compraron hace tres años el velero que llevaba meses abandonado en el puerto de Cartagena, sustituyendo así el velero más pequeño con el que llevaba haciendo durante un año la ruta Cartagena-Panamá-Cartagena.

Finalmente abandonamos el puerto de Cartagena a las 3pm después de comer una ensalada  de patata y huevo preparada por Emi y poner todo a punto.

Al principio fue todo tranquilo. Cuando faltaba poco para dejar atrás la bahía de Cartagena desplegaron dos de las velas que se unieron al motor en marcha. Pero cuando salimos a mar abierto, y a pesar de que el mar estaba bastante bien, aquello se empezó a mover más. No os voy a engañar. Fue duro. Yo nunca había navegado en velero antes y estuve con malestar el resto del día. Pero por suerte no fui parte del grupo de los que vomitaron que fueron nada menos que cinco de ocho. Al menos en mitad del mareo unos delfines empezaron a nadar a la par del velero. ¡Qué bonitos! Esa noche cada uno durmió como pudo.

Al día siguiente a las 6am me uní a Emi, que llevaba el velero en ese momento, y otros madrugadores y vimos salir el sol. Por suerte el mar estaba más tranquilo. Al haber más profundidad las olas no llegan hasta el fondo y luego no revotan en la superficie, moviendo el barco menos que las horas anteriores.

Coco

Aún así el día se hizo muy largo. Tiene su encanto navegar en un velero en medio del mar sin ver nada más que agua a lo lejos y de vez en cuando algún pez volador y algún pájaro perdido. Pero 32 horas de navegación son muchas y más cuando no te sientes bien del todo y sabiendo que la vez anterior habían tardado 26 horas. Esta vez había poco viento y corriente en contra. Cuando finalmente se echó el ancla y el motor se paró eran casi las 11pm. Unos buenos espaguetis con tomate y atún (pescado ese día) que devoramos cerraron aquel día interminable.

Al día siguiente me desperté otra vez a las 6am con la claridad del amanecer y aunque estaba bastante cansada la curiosidad pudo más y subí a cubierta. Y allí estábamos, en frente de dos pequeñas islas llenas de palmeras y rodeados de otros pocos veleros y catamaranes. El nombre de ese grupo de islas: Cayos Holandeses. El lugar más impresionante y paradisíaco de los que visitamos durante esos tres días.


Durante unos pocos minutos disfrute en soledad de ese momento. Poco a poco los demás fueron apareciendo emocionados igualmente y un delfín nos dio la bienvenida paseándose entre los barcos.

Después de un buen desayuno y una ducha en el mar, algunos cogimos el equipo de snorkel y fuimos nadando hasta una de las islas. En ese viaje pudimos ver una manta en el fondo y peces. Los demás llegaron en la dingui. Dimos la vuelta a la isla, hicimos snorkel, pasamos junto a las contadas cabañas de los Kunas que viven allí…




Los Kunas son una etnia indígena que habita en las islas de San Blas y aunque es parte de Panamá tienen sus propias leyes, autonomía, lengua y cultura.

Julio, el “dueño” de la isla donde pasamos aquel día, nos invitó a beber y comer unos cocos al lado de su casa y nos regalo un mola a cada uno. Los molas son textiles con diferentes diseños cosidos en paneles y que las mujeres Kuna utilizan en su vestimenta.

Molas

Y aunque no dudo de la buena voluntad de Julio, me dio la impresión de que tanta amabilidad también fue en parte para que luego nos costara menos pagarle los 2$ que pide a todo viajero que pisa “su” isla. Un pago no oficial que en la isla del día siguiente también nos pidieron pero que al contestarle que se pasase luego por el velero porque no llevábamos dinero encima, no nos lo volvió a pedir.

Las dos banderas Kuna. Al principio me quede en shock pensando  "la bandera
española  con  una esvástica" pero el símbolo está al revés y representa un pulpo 

Algunos Kunas también se acercan en sus canoas al velero para vendernos molas, pulseras (que las mujeres llevan en los brazos y las piernas) o pescado.
 

Esa noche junto con el irlandés, su guitarra y un poco de alcohol cantamos y bailamos en la cubierta del velero hasta que cayó un chaparrón de un par de minutos como para indicarnos que nos callásemos ya…

Al día siguiente, después de desayunar pusimos rumbo a los Cayos Chichimé a los que llegamos después de una hora y media de navegación. Fondeamos entre dos islas y nos fuimos a hacer snorkel por los alrededores. Aquí se veían muchas estrellas de mar.


Después de comer fuimos a la isla principal y aunque era también muy bonita, para mí tenía menos encanto que Cayos Holandeses. Y esto se debió principalmente a que había más turistas en la isla porque había cabañas y zona de camping para pasar la noche, un bar, dos redes para jugar a voleibol…


Esa noche hicimos hoguera y barbacoa en otra isla cercana y más desértica. Utilizando las hojas de palmera caídas que había por la isla, con la ayuda de unas mujeres Kuna también, hicimos una hoguera que se empeñaba en apagarse cada dos por tres. Mientras, llegaron el capitán y los dos marineros y se pusieron a hacer la barbacoa: pollo y luego puré de patata que trajo hecho Emi desde el velero. Atraídos por la hoguera se nos unieron pasajeros de otros veleros y allí estuvimos hasta media noche entretenidos con el irlandés Neil y su guitarra. Bueno, yo en realidad, llego un momento en que solo luchaba por no dormirme allí mismo de lo agotada que estaba.

Estrella de mar junto a la hoguera en la orilla

A la mañana siguiente, el capitán nos llevo en la dingui hasta un mini trozo de arena en medio del mar donde había un par de palmeras derribadas. Cerca había un pecio, es decir, un barco hundido que había chocado contra los arrecifes. Allí salimos todos con nuestro equipo de snorkel con el objetivo de verlo pero la única que tuvo suerte fue Cristina, la otra española. Los demás dimos una gran vuelta luchando contra la corriente y no lo vimos. Pero igualmente mereció la pena.

Después levantamos el ancla y fuimos hasta la isla El Porvenir. Pero una vez allí, primero fuimos con la dingui hasta la isla Wichubwala que es en su totalidad un poblado Kuna. Igualmente era muy pequeña y se ve rápido pero muy interesante. Hay un pequeño centro de salud, una escuela, un bar, dos iglesias…y mucha tranquilidad.



Desde allí sí que fuimos ya a la isla El Porvenir donde esta inmigración, hay un hotel y una pequeña pista para avionetas.

Y el viaje se acababa. Al día siguiente temprano nos fueron a buscar al velero en cayuco que nos llevo hasta Carti, ya en tierra firme. Desde allí un jeep, en el que pase bastante mal rato por el poco espacio que tenía y por el camino lleno de subidas y bajadas, nos llevo en dos horas y media hasta Ciudad de Panamá.

Una experiencia única e inolvidable.




INFORMACIÓN ÚTIL

- Página web Gitana III: www.gitanatrip.com

- Página facebook (para ver la siguiente salida y fotos): https://es-es.facebook.com/GitanaTrip

- Precio velero 5 días y 5 noches con desayuno, comida y cena:
  • Comedor (3 plazas): 480$ / persona
  • Camarote: 550$ /persona

Se pueden llevar bebidas alcohólicas o comida para picar entre horas, pagándose cada uno lo suyo.

- Tasas entrada a Panamá: 20$. 
  • Hay que añadirle 100$ más si en inmigración (El Porvenir) no se presenta un ticket aéreo (uno falso también vale, que es lo que hicieron todos los que no tenían billete) que te saque del país antes de las siguientes 72 horas. Si presentas el billete de avión no pagas los 100$ pero aún así tienes que salir de Panamá en las siguientes 72 horas. Se puede ir a la frontera con Costa Rica y volver a entrar (si no tienes puesta la vacuna de la fiebre amarilla te pondrán problemas en la frontera).

- A añadir para llegar a Ciudad de Panamá:
  • Cayuco desde el velero a Carti: 10$
  • Tasa Kuna en el puerto de Carti: 2$
  • Jeep Carti-Ciudad de Panama: 30$

Comedor