Lo bueno de un viaje en el que lo
único seguro son los vuelos, el día que vuelas de ida y quizás el de vuelta, es que
por el camino la idea que tienes de ruta puede cambiar totalmente.
Y eso fue lo que me pasó. De los 27 días que tenía pensado pasar tranquilamente
viendo Colombia acabe 5 de ellos de camino a Panamá en un velero.
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Gitana III |
Todo empezó cuando conocí a
Claudio en la salida del increíble Parque Nacional de Tayrona. Él estaba
recorriendo todo América desde Chile hasta Canadá y quería pasar de Colombia a
Panamá. Hacerlo por tierra es imposible porque hay una zona de selva muy densa.
Así que si no se hace en avión, la única forma que queda es por mar. Y esta
última era su idea. Exactamente coger un velero desde Cartagena y después de
cinco días llegar a Ciudad de Panamá parando tres días en las paradisíacas
Islas de San Blas de las que nunca antes había escuchado hablar.
Empezamos a viajar juntos y en
Cartagena le acompañe al puerto a ver un velero y a conocer al capitán. Esa
tarde Emi, una marinera, vino a nuestro hostal a hablarle a Claudio de otro
velero, el Gitana III. Y ese día también conocí a Cristina, una española que
iba a ir en el Gitana III y que había conocido a Claudio en Tayrona. Estuve
casi todo el tiempo escuchándoles hablar sobre el velero…Realmente sonaba como una
experiencia increíble. Una pena que no pudiese apuntarme…Pero un momento! ¿Realmente no podía? Mi idea después de Cartagena era ir a Medellín y al eje
cafetero pero no tenía nada reservado. El único problema en realidad era el
vuelo de Panamá a Bogotá desde donde salía mi avión de vuelta a España. Sin
hacerme muchas ilusiones miré esa noche cuanto costaban los vuelos con Copa y
Avianca y deseche enseguida ese posible cambio de planes cuando vi que valían
cuatrocientos y pico euros. ¡Qué caro! Pero entonces un peruano que conocí en
Bogotá me recordó una compañía low cost que operaba desde hacía poco: Viva
Colombia. Y…había vuelos por poco más de 100$!!! Esa noche dormí fatal de lo nerviosa que me puse intentando
decidir qué hacer. Al final…
¡¡En velero que me iba!!
En total fuimos 11 personas de
las 14 posibles: el capitán Marc, la marinera Emi, el marinero David y de
pasajeros un colombiano, una española, una francesa, un brasileño, un
canadiense, un chileno, un irlandés y yo. Y no me olvido de Coco, el Loro del
velero! Picar los cuellos, las orejas, los dedos, las pulseras…y cualquier cosa
que quede a su alcance es una de sus actividades favoritas pero de vez en
cuando también dice palabras como “hola”, “hello”, “coco” y se ríe solo. Un
gran entretenimiento. Formamos un gran grupo entre todos y me llevo muy buenos momentos juntos.
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Todo el grupo |
El día de salida quedamos a las
11am en el Club Nautico de Manga en Cartagena desde donde salen todos los
veleros que hacen la ruta. Hicimos compras de última hora en un supermercado
cercano y nos llevaron en la dingui hasta el velero.
El Gitana III es un precioso
velero que es parte de la Saga Gitana y fue construido en 1951 en Bélgica por
Amber Winch. En su momento fue un velero de carreras y tiene un record Guiness
por cruzar de Francia a Bahamas en tan solo 17 días. Su cubierta es de madera y
tiene 22 metros de eslora y 4 velas.
Marc y su primo compraron hace
tres años el velero que llevaba meses abandonado en el puerto de Cartagena,
sustituyendo así el velero más pequeño con el que llevaba haciendo durante un
año la ruta Cartagena-Panamá-Cartagena.
Finalmente abandonamos el puerto
de Cartagena a las 3pm después de comer una ensalada de patata y huevo preparada por Emi y poner
todo a punto.
Al principio fue todo tranquilo.
Cuando faltaba poco para dejar atrás la bahía de Cartagena desplegaron dos de
las velas que se unieron al motor en marcha. Pero cuando salimos a mar abierto,
y a pesar de que el mar estaba bastante bien, aquello se empezó a mover más. No
os voy a engañar. Fue duro. Yo nunca había navegado en velero antes y estuve
con malestar el resto del día. Pero por suerte no fui parte del grupo de los que
vomitaron que fueron nada menos que cinco de ocho. Al menos en mitad del mareo unos
delfines empezaron a nadar a la par del velero. ¡Qué bonitos! Esa noche cada
uno durmió como pudo.
Al día siguiente a las 6am me uní
a Emi, que llevaba el velero en ese momento, y otros madrugadores y vimos salir
el sol. Por suerte el mar estaba más tranquilo. Al haber más profundidad las
olas no llegan hasta el fondo y luego no revotan en la superficie, moviendo el
barco menos que las horas anteriores.
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Coco |
Aún así el día se hizo muy largo.
Tiene su encanto navegar en un velero en medio del mar sin ver nada más que agua
a lo lejos y de vez en cuando algún pez volador y algún pájaro perdido. Pero 32
horas de navegación son muchas y más cuando no te sientes bien del todo y sabiendo que
la vez anterior habían tardado 26 horas. Esta vez había poco viento y corriente
en contra. Cuando finalmente se echó el ancla y el motor se paró eran casi las
11pm. Unos buenos espaguetis con tomate y atún (pescado ese día) que devoramos
cerraron aquel día interminable.
Al día siguiente me desperté otra
vez a las 6am con la claridad del amanecer y aunque estaba bastante cansada la
curiosidad pudo más y subí a cubierta. Y allí estábamos, en frente de dos
pequeñas islas llenas de palmeras y rodeados de otros pocos veleros y
catamaranes. El nombre de ese grupo de islas: Cayos Holandeses. El lugar más impresionante y paradisíaco
de los que visitamos durante esos tres días.
Durante unos pocos minutos
disfrute en soledad de ese momento. Poco a poco los demás fueron apareciendo
emocionados igualmente y un delfín nos dio la bienvenida paseándose entre los
barcos.
Después de un buen desayuno y una
ducha en el mar, algunos cogimos el equipo de snorkel y fuimos nadando hasta
una de las islas. En ese viaje pudimos ver una manta en el fondo y peces. Los
demás llegaron en la dingui. Dimos la vuelta a la isla, hicimos snorkel, pasamos
junto a las contadas cabañas de los Kunas que viven allí…
Los Kunas son una etnia indígena
que habita en las islas de San Blas y aunque es parte de Panamá tienen sus
propias leyes, autonomía, lengua y cultura.
Julio, el “dueño” de la isla
donde pasamos aquel día, nos invitó a beber y comer unos cocos al lado de su
casa y nos regalo un mola a cada uno. Los molas son textiles con diferentes
diseños cosidos en paneles y que las mujeres Kuna utilizan en su vestimenta.
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Molas |
Y aunque no dudo de la buena voluntad de Julio, me dio la impresión de que tanta amabilidad también fue en parte para que luego nos costara menos pagarle los 2$ que pide a todo viajero que pisa “su” isla. Un pago no oficial que en la isla del día siguiente también nos pidieron pero que al contestarle que se pasase luego por el velero porque no llevábamos dinero encima, no nos lo volvió a pedir.
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Las dos banderas Kuna. Al principio me quede en shock pensando "la bandera
española con una esvástica" pero el símbolo está al revés y representa un pulpo |
Algunos Kunas también se acercan en
sus canoas al velero para vendernos molas, pulseras (que las mujeres llevan en los brazos y las piernas) o pescado.
Esa noche junto con el irlandés, su
guitarra y un poco de alcohol cantamos y bailamos en la cubierta del velero
hasta que cayó un chaparrón de un par de minutos como para indicarnos que nos callásemos ya…
Al día siguiente, después de
desayunar pusimos rumbo a los Cayos Chichimé a los que llegamos después de una
hora y media de navegación. Fondeamos entre dos islas y nos fuimos a hacer
snorkel por los alrededores. Aquí se veían muchas estrellas de mar.
Después de comer fuimos a la isla
principal y aunque era también muy bonita, para mí tenía menos encanto que
Cayos Holandeses. Y esto se debió principalmente a que había más turistas en la
isla porque había cabañas y zona de camping para pasar la noche, un bar, dos
redes para jugar a voleibol…
Esa noche hicimos hoguera y
barbacoa en otra isla cercana y más desértica. Utilizando las hojas de palmera caídas
que había por la isla, con la ayuda de unas mujeres Kuna también, hicimos una
hoguera que se empeñaba en apagarse cada dos por tres. Mientras, llegaron el
capitán y los dos marineros y se pusieron a hacer la barbacoa: pollo y luego
puré de patata que trajo hecho Emi desde el velero. Atraídos por la hoguera se
nos unieron pasajeros de otros veleros y allí estuvimos hasta media noche entretenidos
con el irlandés Neil y su guitarra. Bueno, yo en realidad, llego un momento en
que solo luchaba por no dormirme allí mismo de lo agotada que estaba.
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Estrella de mar junto a la hoguera en la orilla |
A la mañana siguiente, el capitán
nos llevo en la dingui hasta un mini trozo de arena en medio del mar donde
había un par de palmeras derribadas. Cerca había un pecio, es decir, un barco
hundido que había chocado contra los arrecifes. Allí salimos todos con nuestro
equipo de snorkel con el objetivo de verlo pero la única que tuvo suerte fue
Cristina, la otra española. Los demás dimos una gran vuelta luchando contra la
corriente y no lo vimos. Pero igualmente mereció la pena.
Después levantamos el ancla y
fuimos hasta la isla El Porvenir. Pero una vez allí, primero fuimos con la
dingui hasta la isla Wichubwala que es en su totalidad un poblado Kuna.
Igualmente era muy pequeña y se ve rápido pero muy interesante. Hay un pequeño
centro de salud, una escuela, un bar, dos iglesias…y mucha tranquilidad.
Desde allí sí que fuimos ya a la
isla El Porvenir donde esta inmigración, hay un hotel y una pequeña pista para
avionetas.
Y el viaje se acababa. Al día
siguiente temprano nos fueron a buscar al velero en cayuco que nos llevo hasta
Carti, ya en tierra firme. Desde allí un jeep, en el que pase bastante mal rato
por el poco espacio que tenía y por el camino lleno de subidas y bajadas, nos
llevo en dos horas y media hasta Ciudad de Panamá.
Una experiencia única e
inolvidable.
INFORMACIÓN ÚTIL
- Página web Gitana III: www.gitanatrip.com
- Página facebook (para ver la siguiente salida y fotos): https://es-es.facebook.com/GitanaTrip
- Precio velero 5 días y 5 noches con desayuno, comida y cena:
- Comedor (3 plazas): 480$ / persona
Se pueden llevar bebidas alcohólicas o comida para picar
entre horas, pagándose cada uno lo suyo.
- Tasas entrada a Panamá: 20$.
- Hay que añadirle 100$ más si en
inmigración (El Porvenir) no se presenta un ticket aéreo (uno falso también
vale, que es lo que hicieron todos los que no tenían billete) que te saque del
país antes de las siguientes 72 horas. Si presentas el billete de avión no
pagas los 100$ pero aún así tienes que salir de Panamá en las siguientes 72
horas. Se puede ir a la frontera con Costa Rica y volver a entrar (si no tienes
puesta la vacuna de la fiebre amarilla te pondrán problemas en la frontera).
- A añadir para llegar a Ciudad de Panamá:
- Cayuco desde el velero a Carti: 10$
- Tasa Kuna en el puerto de Carti: 2$
- Jeep Carti-Ciudad de Panama: 30$
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Comedor |