Galle superó todas mis
expectativas. Es uno de esos lugares en el que no puedes parar de hacer fotos.
Es pequeña y solo estuve un par de horas pero me encantó.
Fui una mañana desde Mirissa, en
un bus que en una hora me dejo allí.
Una parte de Galle, el centro
histórico, forma una península fortificada, por los holandeses, con una pequeña
ciudad colonial dentro, muy bien conservada. Apenas unas cuantas calles pero es
completamente diferente de lo que he visto hasta ahora en Sri Lanka. Es también
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Una vez crucé la muralla, en
cuanto pude subí a ella y rodeé todo el fuerte. Eso fue lo mejor. Las vistas
eran increíbles: a un lado el mar con sus aguas cristalinas junto a la muralla,
y al otro lado la ciudad.
Cuando acabé el rodeo, me dediqué
a callejear. Las calles son muy tranquilas, apenas pasan unos cuantos tuk-tuks
y coches. Pocos turistas, pocos locales. Hay unos cuantos museos, joyerías,
mezquitas, iglesias, tiendas, hoteles y restaurantes. Y los precios por encima de la media.
Mi idea era ir después andando hasta una pagoda a unos 6 km pero aunque había dormido más de lo normal, estaba un poco agobiada con el calor y me sentía con pocas fuerzas así que me fui directamente a la estación de autobuses para volver a Mirissa y seguir haciendo "nada".
INFORMACIÓN ÚTIL
- Cambio: 1€ = 176 LKR
- Bus Mirissa-Galle (1 hora): 65 LKR
- Bus Galle-Mirissa (50 minutos): 62 LKR
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